¿Cómo es que
llegué a esta situación? ¿En qué momento pasó todo? Fue en un abrir y cerrar de
ojos, es lo que más temía pero jamás imaginé. Estar entre la espada y la pared
de no saber qué hacer o a dónde correr es como estar ahogándote en medio del
mar.
Uno siempre
llega a imaginarse lo mejor, obviamente siempre pensamos de igual manera en las
cosas apocalípticas que podrían pasar en nuestra vida pero nos decimos a
nosotros mismos: “no va ocurrir nada malo mientras continuo el camino que estoy
tomando sin echarlo a perder.” Pero ¡oh sorpresa!, la vida da mil vueltas y
muchas veces no son buenas, ya que al momento en que te encuentras en la
cúspide de tu felicidad, cuando crees que todo va viento en popa y nada puedo
lastimarte, llega algo llamado ‘realidad’ para ponerte en tu lugar.
La realidad
no es buena, es dura, impone, es una hija de la chingada pero al mismo tiempo
es buena y te hace ver las cosas como son y con un suave roce que dará a tú,
mano ella te va bajar de tu nube para que choques contra el piso y te dirá:
“mira todo esto que tienes a tu alrededor, ¿eres feliz? Bien. Ahora yo te la
voy a quitar por un momento para que te des cuenta que esto solo dura un
segundo.” Y así es.
Ya lo he
vivido, lo estoy viviendo, es algo que vemos todos los días aunque no nos demos
cuenta de que ahí ésta, sí, ahí ésta a un lado mío diciéndome las cosas, pero
las ignoro porque ya la miré pero no quiero que ella se dé cuenta. Muchas veces
pone pistas, huellas, va alertando de ciertas maneras pero a la primera o
tercera que no hagas caso te va dar con todo en la cara sin importarle cuanto
me vaya doler porque me lo advirtió, ella me dijo pero no la quise escuchar por
simple capricho y egoísmo. Ahora pago las consecuencias de ello.
Me ha hecho
ver las cosas, mi realidad de una manera dolorosa que una daga incrustada
directa al corazón es nada con lo que ella me ha hecho sentir. Pero no me queda
nada más que agradecerle porque gracias a ella he seguido adelante en mi vida,
a chingasos, lloriqueos, berrinches, rogándole por lo que me ha mostrado no sea
verdad, porque al final es ella quien no va acompañar incluso en el día de
nuestro sepulcro.
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